Rambo y otros seres tuxtlecos

Los Recuerdos del Olvido

Raúl Vera

Ayer nos enteramos que falleció el Rambo, era común verlo en el centro de Tuxtla en ocasiones retador, otras veces con los puños en alto, sin camisa o con su bolsa de arroz para darle a las palomas del parque, las cuales festejaban en un vuelo circular, junto a su manada de chuchos.

Siempre dando cuenta de su noble corazón. Gracias a una entrevista que la compañera Itzel Grajales le realizó en el 2011, se conocen algunos datos del Rambo, nos dice Itzel “ Ya en la banqueta, cuenta que su nombre es Miguel Rodolfo González, y nació en 1952 en Tuxtla Gutiérrez; “pero artísticamente me llaman Mike Roach”, mejor conocido como El Rambo Chiapaneco, por ser valiente, fuerte y muy parecido a (Sylvester) Stallone”.

Es común verlo en el centro de la ciudad, paseando con sus perros a los que ha nombrado “Chiquis”, “La Tigresa” y “Doña Mary”; dice que por defenderlos de otros perros callejeros tiene la mano herida y vendada. “Voy a echarle limón para que seque rápido”, comenta, mostrando los huecos que le dejo la mordida de un canino.”

Como toda ciudad, Tuxtla ha tenido de siempre personajes pintorescos que dan color al paisaje urbano, personajes estrambóticos, fuera del común denominador, acá les va una lista de algunos de los que han quedado registro en la memoria colectiva, periódicos, o monografías del pueblo.

Norato: Su nombre era Honorato Pola, de familia adinerada, personaje de principios del siglo XX que vestía de bombín, traje y bordón, pedía limosna en la calle, desde luego el traje no era a su medida y como vivía en la calle siempre lo lucía sucio y roído, cuando alguien se ponía ropa de talla mayor, solían decirle: “pareces Norato”.

Patachete: Personaje que también usaba traje y caites, se dedicaba a cargar a los muertos que eran llevados a la fosa común. Era común verlo en la novena sur, por la zona del hospital. Ahí solía recoger cuerpos de difuntos que llegaban a quedar sin que nadie los recogiera.

Él los cargaba en mecapal y los llevaba al panteón municipal. Ruma Moguel: Don Ruma ejerció el periodismo y producía “La estrellita del oriente2, publicación que escribía a mano y su tiraje lo hacía en copias en papel cebolla. Él mismo lo repartía en las casas de Tuxtla, por mi padre sé que vivía por la Segunda-poniente y Quinta norte, se sabe que estuvo internado en la “Castañeda”.

La Chepona Rayo; Josefa Cundapi, fue una mujer que se dedicaba a la estiba y trabajaba en el mercado, vestía de falda de drill, camisa “campesino” y cinturón de gruesa hebilla, solía tomar su trago en la barra junto a los hombres y también agarrarse a golpes con ellos, cuando doña Angelina, mi madre, miraba a una de mis hermanas o a mi prima cargar cosas pesadas, les decía: “ya viene la Chepona Rayo”.

Su muerte en los años 50 fue motivo de una nota informativa en el periódico ES. Doña Chabela baila chucho: Fue una mujer que entreno a sus perros, “Conde” y “Perla”, para bailar al ritmo de su tambor, los perros lucían sus respectivos vestidos y sombreros, esto sucedió por 1910.

Manzanito: Vestido de overol y descalzo, Manzanito como se le conocía, era el cargador oficial de la marimba Poli de Tuxtla. A Manzanito se le miraba a fuera de los bailes, esperando a que sus ídolos terminaran su audición para asistirlos. Su familia todavía vive en la Cuarta poniente y Séptima sur. Ingeniero Zanate: Se sabe que estudiaba en el ICACH de los años 50 en Tuxtla.

Cobró fama de ingeniero un día que se descompuso la planta de luz y después de que varios conocedores no pudieron arreglarla, él hizo el milagro y con ello el baile pudo continuar

. Por su piel morena, era apodado zanate, su familia vivía por la Segunda norte y Tercera oriente, al final de sus días vestía de manta blanca y le apodaron el Gandhi, padecía de sus facultades mentales y vivía en la calle. Otra anécdota sobre el origen del apodo, viene de cuando construían el cine Alameda, años 40, se dice que él apareció en la obra dando órdenes, los albañiles hacían caso a sus instrucciones, hasta que apareció el ingeniero responsable y lo corrió.

La Tilita; Decía mi madre, que La Tilita fue una muchacha indígena que adoptó una señora de Chiapa de Corzo, y que al morir su mentora la echaron a la calle. Era sabido por cualquier tuxtleco que si a la Tilita se le gritaba “¡viva Chiapa!” te contestaba con una mentada de madre.

Raúl “El Coño” amigo de mi primo Ricardo, solía ir a echar baile a las fiestas de las Copoyitas, y ahí se topaba a la Tilita a la cual abrazaba y la sacaba a bailar.

“Raulito, esos que están allá me están molestando” se quejaba la Tilita; Raúl se paraba e iba hablar con los que le estaban haciendo perjuicio a su amiga.

Un buen día desapareció de Tuxtla, en la época de don Juan Sabines Gutiérrez, hubo una limpia de personajes callejeros que fueron llevados a un psiquiátrico a Oaxaca, ahí despareció la famosa Tilita, también conocida como la Viva Chiapa. Rompe papel; Era un hombre joven de larga cabellera, ropas sucias, que deambulaba en la Tuxtla en la década de los setenta.

Era común verlo por San Pascualito, recogiendo papeles y rompiéndolos, de ahí el apodo.

Un buen día se acercó a la puerta de la tienda de mi abuela y me dijo “dame agua” mi abuela sacó un viejo vaso de peltre y le regaló agua. Desapareció, igual que la Tilita, a principios de los ochenta.

El Coca Cola: Se contaba que se había quedado loco por mal de amores, que le habían dado un bebedizo y por eso estaba loco, era común verlo por el bulevar con su clásico andar de tocarse la cola con la mano derecha y después olerse los dedos, con la mano izquierda se acomodaba el pelo o lo que quedaba, ya que tanto acomodarlo tenía pelona la mollera, al igual que el Rompe Papel y la Tilita despareció a principios de los ochenta.

Rene Grajales: Conocido como “el arrepiente hermano” Don Rene Grajales, ocupó los espacios públicos con su voz carrasposa y los versículos bíblicos que repetía todo el día, predicando de manera individual su credo religioso.

Se sabía, por boca propia que él había tenido muchos terrenos por la zona de la Torre Chiapas, y que, al hacer el libramiento norte, le fueron expropiados, también se sabía que el origen de su trastorno fue la muerte de un hijo la cual no pudo superar.

No hubo transporte colectivo al que no se subiera a dar su credo y también a regañar, sobre todo si miraba a novios besándose o a mujeres de amplio escote o minifalda.

La Pituca; Su nombre era Ramón, y le apodaban la Pituca, por su delgadez. Fue buen jugador de futbol, bailarín del casino tuxtleco y se sabe perdió la cordura por un mal de amores, al ser traicionado por su pareja.

Siempre se movió por la zona del cinco de mayo, encontró en la biblia y la caguama refugió a su pesar. Ramón se encuentra viviendo en un albergue en Berriozábal. Chanti el brujo; Armado con albahaca y escapularios, Chanti solía ser visitante asiduo de San Pascualito.

Una verruga coronaba su nariz, de piel oscura y de rasgos zoques, Chanti espantaba a cuanto muchachito nos atravesábamos por su camino. Muchas veces lo vi entrar y salir de la primera sur y cuarta poniente; deambulaba por mi barrio, se le sabía espiritista.

Rosa Radio; Andaba por las calles de Tuxtla con su radio cargando y a todo volumen, cantando las canciones que estaban de moda, y solía pararse en las esquinas a disfrutar de la vida, despreocupada, fue una mujer que vivió en los años cincuenta. Como cualquier ciudad del mundo, Tuxtla tiene sus personajes. Como el Rambo y muchos de los acá mencionados son un ejemplo.

Los descritos son algunos de los personajes que por alguna u otra razón perdieron la cordura e hicieron de las calles de Tuxtla su casa y destino, personajes a los que miramos inmutables y ante su extravío e inocencia.