San Salvador, El Salvador(02 mayo 2022).- Óscar Martínez, jefe de redacción de El Faro, no se irá de El Salvador pese a la amenaza del Presidente Nayib Bukele de encarcelar hasta 15 años a los periodistas que reporten el fenómeno de las pandillas.
No se irá. No aún. No mientras pueda seguir haciendo periodismo, cuenta en entrevista.
El Presidente salvadoreño lanzó a finales de marzo una campaña de represión contra las pandillas después de que se rompiera un récord de asesinatos, 62 en un solo día. Decretó régimen de excepción, ha arrestado a unas 10 mil personas, muchas inocentes, amplió las penas de cárcel y promulgó una ley mordaza. Todo en menos de un mes.
Bukele, dice Martínez, está cerca de convertirse en un dictador tras acabar con la división de poderes, las empresas privadas y la Oposición política.
Le faltan unos pasos, continúa el periodista, quien por más de una década ha narrado la violencia que azota a El Salvador y la colusión de las autoridades con los pandilleros.
A Bukele le falta acabar con la prensa independiente, prácticamente nada más, afirma.
“Las señales son claras: vienen por nosotros. Es el siguiente paso”, advierte Martínez.
“Todavía le falta quitarle ese maquillaje democrático que tiene el país para terminar de consolidarse como un dictador. Encarcelará a periodistas tarde o temprano”.
¿Cómo desembocó un fin de semana de muchos asesinatos en un estado de excepción y una ley mordaza?
Bukele ha demostrado ser alguien con mucha habilidad para aprovechar las coyunturas. No es la primera vez que lo hace. Suele actuar de esta forma, aprovecha momentos de crisis, coyunturas de cualquier tipo para desmantelar más la democracia. Es una característica de su Gobierno.
Ahora, lo que ocurrió tiene un contexto y este lo hemos publicado en dos ocasiones en sendos reportajes en 2020 y 2021. Hemos demostrado desde El Faro que desde que este Gobierno llegó al poder está negociando con las tres pandillas en las cárceles la reducción de homicidios.
Es decir, esta reducción histórica de los homicidios tiene como uno de sus ingredientes la negociación con las tres pandillas del país. Eso es un hecho que no lo hemos probado con fuentes o fuentes off the récord, lo hemos probado con documentos del Gobierno, firmados y sellados por directores de centros penales que cuentan las negociaciones que allí adentro están ocurriendo y que cuentan cómo entran personeros del Gobierno.
¿Qué ocurre el día 26 de marzo? Un día sumamente sangriento, como nunca se había visto en este siglo, de 62 homicidios.
Hay que decir que desde antes, cada vez que las pandillas han negociado con Gobiernos de esta misma manera, de forma secreta desde el año 2012, cuando las pandillas se han sentido inconformes con la negociación, han matado más, porque entienden que los cadáveres son un activo político y porque ellos negocian con cadáveres.
Ocurrió eso. Lo que fue distinto, y yo que creo inesperado, fue que la reacción del Gobierno fue mucho más inmediata y contundente.
Como Bukele concentra los tres poderes -tiene el poder Judicial, tiene el poder Ejecutivo y tiene el poder Legislativo, es decir él es un autócrata, no es un Presidente, tiene todo el poder del Estado salvadoreño, pues formuló leyes, decretó régimen de excepción y aprovechó para generar una ley mordaza que es la que ahora mismo nos tiene a los periodistas que llevamos más de una década investigando el fenómeno de las pandillas en plena incertidumbre a la hora de publicar, por ejemplo, las negociaciones que este mismo Gobierno está manteniendo con las pandillas.
¿Qué es lo que hace esta ley y cuáles son sus implicaciones para el periodismo y para ustedes en El Faro?
La ley básicamente dice que cualquier mensaje, de cualquier tipo, que provenga de las pandillas o que presuntamente provenga de las pandillas y que genere zozobra te da entre 10 y 15 años de cárcel.
¿Qué es un mensaje que genere zozobra? No sé, las pandillas aquí han sido interlocutores y la prensa aquí ha hablado con las pandillas en más de una década porque los políticos los han convertido en interlocutores.
Es una falacia absoluta esa de que el periodismo es quien ha dado voz a los pandilleros. Quienes los convirtieron en actores necesarios con sus negociaciones, incluido este Gobierno, y con sus actos públicos, son los políticos de El Salvador.
Evidentemente lo que suponemos es que la interpretación de generar zozobra nunca va a ser a favor nuestro.
Casi todos los pactos que se han descubierto entre Gobiernos y pandillas han sido bajo la mesa, negociaciones criminales algunas de ellas que implicaban que las pandillas presionaran en el momento de las elecciones para ayudar a X o Y partido. Las descubrió el periodismo, en particular El Faro, gracias a investigación, gracias a fuentes dentro del Gobierno, pero también gracias a fuentes dentro de las pandillas.
Fueron también en algún momento líderes pandilleros, o pandilleros comunes de la calle, quienes nos ayudaron a comprender las órdenes criminales que sus jefes les habían girado en consonancia con sus negociaciones políticas.
Es imposible contar una historia completa sin hablar con todas las personas involucradas y el periodismo se dedica a eso, a hablar con la mayor cantidad de personas involucradas que puedan ayudar a contar la historia de la mejor manera. Eso ahora mismo en El Salvador es imposible si no te quieres arriesgar a ir 15 años a prisión.
Si Bukele prohíbe hablar de las pandillas y ya no se sabe qué pasó con las negociaciones que ustedes reportaron, ¿cuál crees que sea su idea para enfrentar este problema?
Mi interpretación es que las pandillas hicieron lo que siempre hacen cuando negocian con Gobiernos. Algo les incomodó o les pareció que iba muy lento, o les pareció que no se cumplían las negociaciones que sostienen con el Gobierno de Bukele y decidieron dar un golpe en la mesa como ya lo han dado varias veces antes.
Y este golpe en la mesa lo han dado matando. Lamentablemente eso es lo que hacen.
Pero yo creo que en este caso Bukele a la hora de reaccionar recordó algo muy importante, recordó que las pandillas son grupos criminales sumamente odiados por la población que las padece, con lo cual Bukele recordó que son un gran activo político que aquí todos los políticos han utilizado desde inicios de siglo.
Todos los que han querido ser Presidentes han dicho que van a acabar con las pandillas y luego muchos de ellos, incluyendo Bukele, han negociado con las pandillas.
Yo lo que creo es que recordó el gran valor político que tienen los mensajes violentos en un país como El Salvador, que tiene muy poco conocimiento de la democracia plena.
Recordemos que Bukele, gracias a que impuso a su Corte Suprema de Justicia, a su Sala de lo Constitucional, y esa sala aseguró que Bukele podía reelegirse en el 2024, que puede ser el primer Presidente en reelegirse.
Entonces, Bukele necesita cimentarse, o más bien mantenerse popular con esta población hasta esa elección del 2024 y anunciar si va a intentar su reelección, que es lo que todos creemos.
Bukele está ya pensando en su reelección de 2024 y este podría ser un elemento muy beneficioso para él.
Carlos Dada decía que Bukele iba en camino a convertirse en algo parecido a (Daniel) Ortega ¿compartes esta evaluación? ¿Cómo definirías a Bukele?
Para mí Bukele es un autócrata, como una vocación autoritaria. ¿Por qué no digo un dictador aún? Porque creo que le hacen falta desmantelar algunos elementos mínimos de la democracia, mínimos, aparentes.
Todavía le falta quitarle ese maquillaje democrático que tiene el país para terminar de consolidarse como un dictador. Encarcelará a periodistas tarde o temprano, ahondará en los ataques y desapariciones de organizaciones civiles que le disgustan, suponemos que pronto aprobará una Ley de Agentes Extranjeros que está archivada en la Asamblea Legislativa y que es una ley calcada a la ley que hizo Ortega para evitar que los fondos extranjeros pudieran financiar organizaciones o medios de comunicación que le eran incómodos.
No hay división de poderes. En El Salvador quien manda es un señor que se llama Nayib Bukele y él ordena qué hacer a todos los órganos del Estado. Aquí vas preso si él quiere, no si te vence en un juicio.
Entonces, él ya es un autócrata, la vocación autoritaria la tiene.
Bukele va a terminar profundizando en este camino que él ya se ha marcado, no es un hombre que suela retroceder. Y por supuesto que creo que lo más probable es que siga esa senda que siguió Daniel Ortega, con sus matices y diferencias.
Bukele lanzó una afrenta contra tu hermano, Juan José, ¿cómo recibieron este mensaje y qué han platicado entre ustedes?Bukele antes de ser político era publicista y es alguien con mucha habilidad.
Mi tío, nuestro tío, Roberto d’Aubuisson pues sí es el gran asesino durante la guerra, el asesino de Monseñor Romero. Mi familia nunca comulgó con su idea política, mi madre en particular, que es su hermana. Mi madre fue presidenta del comité Romero durante años.
Nosotros tenemos un tío que fue un brutal asesino durante la guerra y llevamos su apellido y eso es así, la familia no se elige. El apellido lo llevo con orgullo por mi madre.
Ahora, él se agarra de eso, que eso es una cantaleta habitual, durante los Gobiernos del FMLN también nos decían que éramos d’Aubuisson y con eso trataban de cancelarnos.
Lo grave de este caso es que Bukele, que tiene 3.7 millones de seguidores en su cuenta en un país donde ni siquiera esa cantidad de gente usa redes sociales como Twitter, un país de 6.5 millones de habitantes. Es, por diferencia, el político más popular de la historia democrática del país.
Entonces, cuando Bukele te llama basura y te llama cómplice de pandilleros y poniendo tu imagen en Twitter, y poniendo 22 segundos de una entrevista de 30 minutos, es decir, evidentemente sacando de contexto escogiendo, 22 segundos antes de que pudieras desarrollarte, te pone en un enorme riesgo.
Este es un país que está en régimen de excepción, donde han existido grupos de exterminio desde hace años dentro de la Policía, donde la población civil es extremadamente violenta en muchas ocasiones, o muchas partes de la población civil, porque nunca vivieron procesos de paz, donde sus seguidores están altamente fanatizados y lo siguen más que con razones políticas, con fe ciega, casi que fe religiosa.
Es decir, Juan, que es alguien que ya era reconocido en El Salvador, ahora Bukele lo ha convertido en un pandillero.
(Juan) es alguien que lleva más de 10 años arriesgando a su vida para entender a esos grupos criminales, para explicar cómo operan, para explicar cómo extorsionan, cómo deciden asesinar, cómo se organizan, porque entender es la única forma de resolver.
De momento, Juan está en un lugar seguro porque las calles del El Salvador no son seguras para él.
¿Cómo están las calles de El Salvador con el régimen de excepción?Ha bajado la intensidad de las primeras semanas, donde hubo militarización, sobre todo en los barrios populares. Eso ya ha amainado un poco, aunque sigue existiendo el régimen de excepción que caduca el 27 de este mes y quién sabe si lo busquen prorrogar.
Por lo demás, lo que esto ha dejado es la captura de más de 10 mil personas, porque el régimen de excepción permite capturarte y retenerte 15 días sin acusación alguna.
¿Qué es lo que tenemos ahora? Un montón de gente capturada, algunos de ellos serán pandilleros que fueron perfilados en investigaciones policiales, pero una gran mayoría de ellos son gente inocente, como ya se ha demostrado, gente a quien los policías agarraron por cuota, porque les exigían.
Porque el Presidente había prometido que iba a agarrar a todo el mundo, le exigían a los policías incluso cuota. El Movimiento de Trabajadores de la Policía llegó a denunciar que había lugares donde les exigían una cuota de seis detenidos diarios.
Entonces, ahora mismo, las cárceles están llenas de mucha gente inocente, de mucha gente que la agarraron porque el policía tenía que llenar la cuota y tenés a una Fiscalía presionada que responde al Presidente, obligada a inventarse acusaciones contra buena parte de los detenidos, y a unos jueces que ya saben que si no resuelven como el Presidente quiere los trasladan al juzgado más perdido de El Salvador.
Hay ahora mismo, después de este régimen que ha tenido de gran elemento a las pandillas, de combate, de represión, pero también un gran elemento de violación de derechos humanos.
Tenés cárceles en que hay una gran parte de detenidos que evidentemente pertenecen a las pandillas y una gran parte de detenidos que fueron detenidos porque sí, porque salieron a comprar un refresco a la tienda, porque salieron a comprar unos tacos, porque regresaban del trabajo, por lo que sea.
¿De nuevo sobre la ley de censura, ¿cómo están trabajando en El Faro para evitar caer en algo que los lleve a la cárcel?
Nosotros tenemos un plan que estamos poniendo en marcha y ese plan pasa por una serie de modificaciones, de renuncias dolorosas, algunos cánones que nosotros hemos tenido, pero nunca el canon de calidad y de investigación.
Me refiero a cuestiones más administrativas de cómo podemos realizar las cosas para no poner en riesgo a nuestros colegas, porque dentro del Faro definitivamente no vamos a hacer nada que pueda meter preso a nuestros periodistas durante 15 años.
Algunos de nuestros periodistas ni siquiera han cumplido los 30 años, no los vamos a conminar además a cárceles de pandillas, cuando las pandillas han sido las primeras en amenazar al Faro allá por 2012.
Cuando muchos de los periodistas del Faro han tenido que salir preventivamente del país por amenazas de pandillas después de haber descubierto sus métodos criminales, no vamos a conminar a un periodista del Faro 15 años a convivir con esos delincuentes.
Pero no vamos a dejar de publicar porque entonces dejaríamos de tener sentido.
No puedo revelar los pasos que vamos a dar porque sería poco estratégico, pero evidentemente vamos a seguir publicando pactos entre pandillas y Gobiernos, sí.
Vamos a seguir investigando las negociaciones con este Gobierno, en qué terminaron, qué ocurrió, claro que lo vamos a seguir haciendo.
Vamos a seguir explicando el fenómeno de pandilleros, lo vamos a seguir explicando, de eso que no les quepa ninguna duda.
Publicaste un texto en El País sobre el exilio o no exilio y decías que vas leyendo las señales para saber si salir de El Salvador, ¿Cómo van esas señales?
Lamentablemente lo que toca es leer señales.
El régimen bajo su lógica lo ha hecho bien en algunas cosas, por ejemplo ahora cada vez es más difícil tener información de dentro del Gobierno, porque la gente tiene terror de que el Rey los detecte, mucho más si hablan con El Faro. Entonces actualmente es más difícil extraer esas señales.
Las señales son claras: vienen por nosotros. Es el siguiente paso, ya destruyeron a la Oposición política, que es una Oposición corrupta, nefasta, una Oposición política que saqueó al país durante años.
Ya destruyeron al empresariado privado, lo dividieron. Cobardes los empresarios, pensando exclusivamente en sus ganancias, no presentaron ningún tipo de petición democrática y lograron dividir a la gran Asociación de la Empresa Privada, lo lograron con ellos.
Ya lograron silenciar a varias organizaciones civiles, no a todas, hay unas muy valientes que aún persisten, pero silenciaron a gran parte de la sociedad civil organizada.
Ya lograron que se vaya del país mucha gente.
Depuraron la fiscalía, muchos de los fiscales que investigaron a este Gobierno en el caso Catedral que nosotros hemos revelado están exiliados fuera del País, porque desde que el Presidente impuso a su Fiscal, ellos son los perseguidos por haber investigado a este Gobierno.
Entonces ¿qué le falta? Le falta la prensa libre. ¡Eso lo tengo clarísimo! ¡Las señales lo dicen: vienen por nosotros!
Ahora, creo que aún tengo la posibilidad, dado el respaldo internacional con el que cuenta el periódico, creo que aún tengo la posibilidad de permanecer aquí y hay un riesgo, pero es un riesgo, digamos, leído.
De momento no tengo pensado irme del país.