Por supuesto, a Rosy Urbina, en ocasión de su cumpleaños.
No sé tú, pero yo duermo poco y sueño mucho despierto… Así que hoy reflexiono que, todos, indudablemente todos los que gozamos todavía de buena salud y queremos vivir la realidad de esta vida aunque duela, sabemos y sentimos cuando estamos de más, cuando no cabemos incluso en una relación de amigos, cuando la indiferencia es el patrón en un trato entre humanos, cuando hay química pero no hay una sola pizca de cariño, así que no debemos de insistir y es preciso marcar la retirada.
Si te sigues ofertando e insistiendo en la relación del tipo que sea, puedes seguir sufriendo sin que a la otra parte le importe. Recuerda que nadie podrá valorarte nunca sino hasta que te hayas ido o cuando las finanzas mermen o esté vacía.
Incluso en una relación laboral, sí ésta ya se terminó, si tu mejor amigo al que quieres te da indiferencia a cambio de atenciones, si tu relación de años se acabó. Puedes pasarte mucho tiempo “revolcándote” en los porqués, en querer regresar el disco y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todas y todos estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante, dicho en palabras simples: Crecer y renacer de nuevo.
Recuerda que la mayoría de la gente vive, nada y se zambulle en dirección de la corriente de este río incomprensible llamado vida y es feliz, nunca hace escalas ni por difuntos, tampoco por amigos y menos por un amor, simplemente vive y vive cien años, sin saber pero vivió pasando a la inmortalidad en una revista como el más longevo, sin más gloría que la de la misma vida.
Nadie hizo un recuento para saber cuántos amores, cuantas cicatrices en el corazón por historias que comenzaron en un bar y mucho menos exponen a pie de foto “vivió 110 años inmensamente feliz, con un solo amor que murió al día siguiente” ¡No!, la vida no es un paisaje hermoso y perfecto ni una carretera en línea recta, mucho menos el paraíso al que renunciaron inteligente y deliciosamente Adán y Eva, porque si hubieran obedecido tendríamos una vida aburrida como la de los pollos…
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes perpetuos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado o emparentado a nosotros, no podemos seguir cultivando amigos que no son nuestros y que no sienten nada por nadie.
¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Hay gente que se la pasa toda la vida lamentándose por no haber estado a la altura vital de aquel amor, aquel amigo o aquella persona que estuvo ahí y ahora no está. Pero así somos los humanos y no aprendemos hasta que perdemos lo mejor, lo más valioso, pero eso ya no volverá.
Hay amigos y amores de un día, así que no esperes lo que sueñas en el romance filial, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta quién eres tú… Suelta el resentimiento. Deja de encender “tu televisor personal” para darle y darle al mismo asunto, lo único que consigues es dañarte lentamente, envenenarte y amargarte.
La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando “puertas abiertas” capítulos inconclusos (viviendo con el mismo patán de siempre), por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo que hoy la vida te pone enfrente. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelves. Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio o en ese círculo de hermandad que te rechaza y ese amigo que mantiene sus sentimientos en el polo norte.
Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nadie es necesario para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo, llegaste solo de manera individual. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir, deja a tu hermano e incluso a tus propios hijos que volarán en busca de su felicidad. Y si se trata de ese gran amor, el más grande y único, ya sabes, el amor no muere solo cambia de nombre, hoy puede llamarse Alejandra, Thomas, mañana Cristina, Gladiola o Rafael… etc…
Dicen los sabios que debemos de aprender a vivir desprendidos, sin ataduras, porque venimos solos y solos nos iremos un día, así es la existencia humana, así es la vida mortal y así son algunos mortales que rechazan el amor, marcan su indiferencia a más no poder y al final… la vida no vuelve, el ayer fue y no hay vuelta de hoja.
Soy Carlos Morán y te deseo ¡Feliz miércoles!