La migración en esta importante región de la frontera sur del país se ha convertido en algo cotidiano, para nadie es ahora una sorpresa encontrarnos en la calle a personas de diversas nacionalidades. A algunos este tema nos ha hecho más humanos porque tenemos que tenderles la mano, ya sea con ropa o alimento, porque la mayoría no huye de su país por gusto, escapan por la miseria en la que viven, por los altos índices de inseguridad o por temas políticos.
Nadie en lo absoluto se enoja por esta situación, la economía local se ha movido de manera importante en Tapachula y la región, las tiendas de la esquina que estaban casi por desaparecer se han visto beneficiadas y no se diga de los puestos de los distintos mercados de la ciudad.
Aquí el punto es la ausencia de autoridad, la falta de aplicación de la ley. Todo extranjero que ingresa al territorio nacional debe respetar el estado de derecho; allá en Estados Unidos muchos que viajan de turismo, incluso quienes están ilegalmente tienen que sujetarse al marco jurídico de los gringos, de lo contrario son expulsados o encarcelados en su defecto.
¿Pero porque, aquí en Tapachula no se hace algo similar? Esta es la gran interrogante que nos hacemos muchos que nos hemos visto afectados por esta situación.
Esta semana recibí al celular un mensaje en el que me pedían hablara de este tema, y que hiciera énfasis en que la mayoría de migrantes que está en Tapachula han rentado casas, cuartos y departamentos, la situación es que no saben vivir en condominios, hacen demasiado ruido y más cuando consumen bebidas embriagantes o hasta alguna droga, llaman a la policía para que ponga orden y nunca van porque les tienen miedo.
Y a esto se le añade los dos días de manifestaciones de los migrantes en su mayoría “haitianos”, que por estar esperando atención prometida por parte del Instituto Nacional de Migración y no ser correspondidos decidieron bloquear esta vía hacia Puerto Chiapas y el Aeropuerto Internacional, sin que ninguna corporación hiciera algo para desalojarlos del lugar, ah, pero no fueran los campesinos, maestros o demás que paralizan las carreteras en exigencia de atención gubernamental porque rápido se les manda a garrotear.
En fin, las autoridades de los tres niveles de gobierno deben atender de inmediato estos problemas, garantizar la paz y tranquilidad primeramente a su gente, posterior a terceros. Porque de verdad aquí bien se aplica que tenemos gobiernos que son “Candil de la calle y oscuridad de su casa”.
Reflectores
La mayoría de los ayuntamientos “nuevos”, en la región llevan casi dos meses y la verdad dan pena ajena, solo quejándose se la pasan y en otros casos tomándose fotos de visitas que hacen a algunos funcionarios estatales, ojalá que no se la vayan a llevar así los 3 años.
Nos leemos en la próxima…