Usted dígame si existe razón o no… Pero si a cualquier persona se le pregunta que es lo más importante para él; si ganar dinero o dedicarse a su familia, casi todos responden “la familia”, sin titubeo alguno, aunque en la vida cotidiana se demuestre lo contrario. Si revisamos nos damos cuenta que esa persona invierte más tiempo, más energía en el “trabajo” que desde luego no va de acuerdo a sus ideales.
Ya sabemos que el dinero mueve todo el mundo, de ahí que vemos gente más tiempo trabajando y llegar hasta muy noche a casa y totalmente agotado, desviviéndose por trabajar para darle a su familia todos los bienes materiales que se publicitan y los estándares de lujo que mueve esta sociedad…Desde una Tablet para el niño, colegio privado para todos, celulares para los jovencitos y en fin…
Sí, hemos visto como muchos padres sacrifican su tiempo trabajando en temporada incluso vacacional despidiendo a su esposa e hijos para que lo hagan sin él, porque creen que de esa manera está consiguiendo todo lo que quiere y de paso ser feliz, que es lo que todos deseamos siempre “yo quiero ser feliz”. He visto a padres partirse en pedazos y desperdiciar los mejores momentos de su vida por darle sus hijos el mejor colegio, la mejor ropa, la mejor casa y al final, no siempre el final es de película perfecta y entonces aparecen frases para suplir la ausencia de reflexión; “nadie nos enseña a ser padres, creí que era lo mejor y…”, o el hijo malcriado que te dice “yo no te pedí venir a este mundo”
Cuando era joven leí en un libro de Oscar Wilde en donde decía algo así como que, “En este mundo solo existen dos estrategias: Una es NO obtener lo que deseamos y la otra es obtenerlo”, lo que él trata de decirnos en su obra es que, por mucho que nos afanemos en hacer las cosas bien, el éxito no nos dejará satisfechos. Cuando llegamos a ese punto (y es mi opinión muy particular), después de sacrificar tantas cosas en aras del éxito, comprendemos que no era eso lo que queríamos. Trabajan mucho para tener una familia “perfecta”, satisfecha cuando en realidad no son ni perfectos ni están satisfechos y tampoco se consigue una familia ejemplar.
Vivimos en un mundo en donde nos dejamos llevar por todo lo que la mercadotecnia y el ambiente social nos introduce como vacuna necesaria, a veces creemos que nuestro concepto depende de los demás y debemos de vivir como el resto lo hace porque aparentan, fingen que son felices, sin prever que un día cualquiera ese mismo modelo o cualquiera de ellos nos saca la alfombra sobre la cual estamos parados.
Hace varios años un amigo del bachillerato se fue de su casa, invitándome desde luego porque teníamos el mismo sueño de libertad y mucha hambre de triunfar pero con distintos valores, él iba en busca de fama y fortuna al precio que fuera y yo me fui a un colegio de Maristas como castigo a repetir el bachillerato. En realidad mi amigo tenía tres sueños por realizar: ver su nombre con luces de neón y espectaculares, comprarse un auto de súper lujo y casarse con la mujer más bella del mundo. A los 30 años, cuando yo apenas comenzaba a comerme el mundo en dosis regulares, había alcanzado las tres metas, solo había un pequeño problema, era un hombre deprimido, incapaz de socializar un domingo cualquiera con primate alguno y con un insomnio lacerante. A los 30 años tenía todo y ya no le quedaban más ambiciones que el aburrido esquema de seguir llenando sus arcas de plata…
Y así como esa historia que culminó con un suicidio años después, así mismo vemos a una mujer (sin nombre) que soñaba casarse con un prestigiado médico y vivir en una hermosa casa del fraccionamiento más elegante de la aldea. Y es probable que esa mujer lo encuentre, lo haga realidad si se lo propone como muchas que vemos, pero a lo mejor no entiende por qué todas las mañanas se pregunta “si la vida no es más que eso”. Sale a desayunos con sus amigas para exhibir que aparentemente es feliz, trabaja en obras de beneficencia, tal vez abre una boutique con la esperanza de que, si llena sus días, también llenará el tremendo vacío de su alma.
No existe receta alguna para encontrar el éxito con el equilibrio de no perder nada y tener lo necesario. A menudo la gente se fija metas como trabajar y ganar mucho dinero sin darse cuenta que en el camino va perdiendo elementos especiales y pequeños que dan la verdadera felicidad, no perfecta pero felicidad al fin.
Si, casi todos respondemos que nos importa más la familia que el dinero pero nuestra actitud demuestra lo contrario. Así como el político asegura que desea el bien común o el ministro de una secta predica que dejando los bienes en manos de Dios, se hallará la paz del alma y la felicidad plena. Así de falso es todo por la prisa de vivir, tener y acumular…
Por más que tengamos todos los bienes deseados, somos proclives a sentirnos vacíos. Tal vez hayamos llegado a la cúspide de nuestra profesión y a pesar de todo sentimos que algo nos falta. Aunque todo el mundo nos envidie, a lo mejor notamos la ausencia de la verdadera plenitud en nuestras vidas y por ello recurrimos a terapias para que nos ayude a llenar nuestros vacíos y dar solidez a nuestras vidas.
La verdadera esencia de la vida radica, en vivir y ser felices con lo que uno tiene, sin ambicionar de más o utilizar al prójimo para llenar nuestras arcas, sin metas a corto tiempo y permitir que sea la vida, sin sacrificar a la familia para encontrar la verdadera paz.
Sacrificamos mucho y no entendemos que con poco podemos ser felices, dormir en paz y estar rodeados de lo único y realmente valioso, y no existe necesidad de hacer altruismo para ablandar las penas, el altruismo primero debe comenzar en casa, con lo que amamos de verdad, solo así podremos algún día estar preparados sin que nuestra conciencia nos reclame el tiempo que perdimos en la búsqueda de bienes que al final dejamos en esta parcela llamada tierra.
Puedo ponerle más cuentas al rosario pero es mejor invitarte a la reflexión y no precisamente acompañado de un Dios, sino frente a tu espejo que no deberá mentir.