Es cierto que los panteones están llenos de hermosos arreglos florales que los humanos no pudimos darle a nuestros seres queridos en vida. Podemos ver lápidas y mausoleos lujosos en los camposantos porque ya muertos la conciencia exige dar lo que en vida por egoísmo o distracción frívola no entregamos.
Mucha gente le apuesta a un velorio lujoso para curar los atropellos que cometió contra el finado en vida… eso no salda los agravios, al menos que se tenga una conciencia ligera.
No me gusta Ana María Rabaté, soy sincero, pero no dejo de reconocer la majestuosidad de ese texto de su autoría que reza asi: “En vida en hermano, en vida”… nos tiene que caer a todos los que vivimos de prisa creyendo que la muerte es algo lejano…
Una vez asistí al velorio del padre de un político, y los “amigos” y mucha gente extraviada se volcó enviando arreglos florales y coronas luctuosas que no cabían en la funeraria y que el doliente no vio, pero cómo se lució el sujeto que envió la corona con su nombre sobre listones de seda.
En otra ocasión la viuda en pleno velorio estaba molesta porque gracias a la muerte de su travieso esposo había perdido jugosas ganancias, demostrando en el funeral que no le importaba el finado sino todo el dinero que se le había ido de las manos. Al menos era sincera y fría como es hasta hoy la viuda.
Y nunca olvido aquel par de damas; una comiteca y la otra huacalera, quienes se disputaban el cadáver de un hombre que cometió bigamia pero que hizo feliz a una dama famosa. La segunda esposa que llegó Virgen al matrimonio a los 70 años, terminó cediéndoselo a la esposa original que lo reclamaba y le dijo a su comadre de amores
-Es Navidad, lléveselo y dele santo velorio a este cabrón, es navidad, así que yo me voy a celebrar-
Los muertos no escuchan, los muertos se mueren y se van a otro mundo, no precisamente a ese departamento de 5 estrellas que los ministros evangélicos o protestantes venden a sus congregados haciéndoles creer que vivirán en un paraíso con música de arpas, entre nubes saltando de una a otra y donde San Pedro como prefecto se la pasa vigilando que ninguna criatura caiga desde esa altura a la tierra y termine la como huevo estrellado.
Tampoco están a fuego lento como se cree de algunos pecadores en espera que, después de tanto rezo Dios lo perdone. Eso es imposible porque ningún humano cambia lo que Dios o en vida forjamos.
!Nooooo!… Los reconocimientos, las flores, las muestras de cariño y los abrazos tenemos que hacerlos y darlos en vida, cuando la otra pueda llegar por sus propios medios aunque sea en silla de ruedas y recibirlos, sentirlos. Ya muerto para qué.
El más fino recuerdo respecto a la muerte lo protagonizó mi madre, una mujer que vivió lo que tenía que vivir con todas sus altas y bajas al recibir a su esposo muerto a quien le guardó luto por 9 años, tiempo en el que solo vistió de negro hasta que entendió que no iba a volver nunca, pero sobre todo, que a pesar del color no reviviría.
La vida es tan simple y sencilla como la muerte pero nos aferramos al trabajo, al amor que se fue, a llorar por lo perdido, a joder al prójimo y acumular riqueza como si nos lo fuéramos a llevar y solo quemamos energía en vano sin entender que el equipaje es muy ligero .
Soy Carlos Morán y te deseo !feliz inicio de semana!