Evocan orquesta juvenil, fuente de grandes músicos

Cd. de México (23 enero 2022).- Al tiempo que en 1975 surgía en Venezuela la primera orquesta juvenil, semilla de El Sistema, la célebre red de ensambles que se alzó en 2008 con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, en México nacía la Sinfónica del Instituto Nacional de Protección a la Infancia (OSINPI), creada por iniciativa de María Esther Zuno, esposa del entonces Presidente Luis Echeverría.

Aunque ambas orquestas tendrían finales distintos: la venezolana devendría en la afamada Orquesta Simón Bolívar, mientras que la otra desaparecería.

Entre los jóvenes ejecutantes mexicanos figuraban músicos que lograrían brillantes carreras en México, Estados Unidos y Europa.

El proyecto, planeado por el pianista y director José Sandoval, reunió a jóvenes músicos de todo el País, entre los 10 años y los 18, la edad máxima permitida, elegidos mediante audición por el propio director fundador y el belga René Defossez, en lo que representaba su primera experiencia orquestal.

Desde sus lugares de origen fueron traídos a la capital, donde dispusieron de una educación musical de primera calidad, a la par de darles alojamiento, alimentación y una jugosa beca, suficiente para vivir en el México de los años 70.

La orquesta debutó en el Palacio de Bellas Artes el 11 de noviembre de 1975, aunque meses atrás, el 31 agosto de ese año, ofreció su primer concierto en la entonces llamada “Casa del Pueblo”, Los Pinos.

El propósito del naciente ensamble era “llevar la música al pueblo” y difundir la obra de los compositores mexicanos.

Un propósito plasmado en el programa interpretado en el Palacio de Bellas Artes en un concierto al que acudieron embajadores, con la interpretación del Huapango de José Pablo Moncayo y la Fantasía Mexicana, con arreglo de J. Zarzosa.

El repertorio fue incluido en un disco LP, con Los maestros cantores de Richard Wagner y Pompa y circunstancia de Edward Elgar; en la contraportada, aparecía una fotografía con el grupo de jóvenes atrilistas posando ante el Hemiciclo a Juárez.

Entre los 72 atrilistas de la OSINPI en aquel concierto en Bellas Artes, estaban la arpista Lidia Tamayo, el percusionista Jesús Guadarrama, el violinista Cuauhtémoc Rivera, los violinistas Jesús Medina y Augusto Diemecke, la violonchelista Jimena Giménez Cacho, el cornista Arturo Mendoza y el trombonista Julio Briseño.

Y por sus filas también pasaron los hermanos Álvaro y Saúl Bitrán, además de Ignacio Mariscal.

Después de Bellas Artes, la orquesta realizó giras por los Estados, como Guanajuato, Jalisco, Nuevo León, Aguascalientes, San Luis Potosí y Tlaxcala. A veces en tren y otras en el “tortuguINPI”, según recuerda Briseño en entrevista.

La muerte de Sandoval, pianista y director, hace un año, el 1 de enero de 2021, activó en varios músicos el deseo de recuperar la historia de aquella orquesta, no documentada hasta ahora, y que para muchos de ellos significó el comienzo de una exitosa carrera.

“Lo que da gusto es ver que el maestro Sandoval no se equivocó a más de 46 años de distancia”, dice Briseño, hoy trombonista de la Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM).

Más de medio centenar de músicos se han dado a la tarea, a partir de sus archivos personales, de reunir fotografías, programas de mano, recortes de prensa, además de testimonios orales, con una meta común: dar a conocer la historia de la orquesta, detonador de sus carreras, y ofrecer una retribución al País.

“Hoy en día coincidimos, sin duda, que esta orquesta, la Orquesta Sinfónica del Instituto Nacional de Protección a la Infancia, como nació, con el maestro José Sandoval, con esa visión, hoy tendría que ocupar el lugar que ocupa la (Orquesta Sinfónica) Simón Bolívar en Venezuela”, acota.

Después de Sandoval, Jesús Galarza asumió su titularidad ya en el sexenio de José López Portillo, cuando desapareció.

Con el nuevo régimen, el INPI cambió su nomenclatura a DIF, después de llamarse Instituto Mexicano para la Infancia y la Familia (IMPI).

Briseño aún conserva la carta remitida por María Esther Zuno, de noviembre de 1976, con Echeverría a punto de dejar el poder, donde le agradece el trabajo desempeñado en la OSINPI.

Enterado de la convocatoria por un amigo, Briseño audicionó a principios de 1975 ante Sandoval y Defossez. En el atril se encontró con las partituras de algunos estudios y pasajes orquestales que, sabría después, eran de Los maestros cantores y el Huapango.

Después de varias semanas, al volver de sus clases en la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara, en casa encontró a su madre muy emocionada, casi en lágrimas: había recibido una llamada de parte de la esposa del Presidente informándole que había sido seleccionado para la orquesta y tenía que irse a la Ciudad de México el 14 de julio de 1975.

Con cuatro compañeros, Francisco Ramírez, Ramón Ramírez, Sergio Rentería y Carlos Lozano hizo el viaje. Fueron llevados de inmediato al Auditorio Emiliano Zapata, ahora llamado Adolfo López Mateos, en las instalaciones del DIF en la Colonia Santa Cruz Atoyac, que sería su sede.

A Briseño lo llevaron a Casa Veerkamp para escoger un trombón y lo instalaron, como a sus compañeros, en una casa de huéspedes en la calle de Querétaro 28, en la Colonia Roma.

En la reunión de los jóvenes músicos asomaban las diferencias socioculturales y experiencias de aprendizaje.

Briseño recuerda la curiosidad que despertó, por ejemplo, la llegada a los ensayos del cornista Arturo Mendoza, una cara familiar para muchos de ellos pues lo habían visto en la televisión, en un programa dominical de Chabelo, tocando el tema de El padrino, donde causó sensación.

Mendoza ha desarrollado una brillante carrera en Alemania como ejecutante y docente.

Otro destacado integrante fundador es Jesús Guadarrama, quien tras una carrera en México se trasladó a Europa, trabajando en orquestas en Suiza y Alemania. Recién retirado, acaba de volver a México.

Como Sergio Espinosa, violinista y director de orquesta, docente en la Universidad de Texas en Arlington y titular de la New Philharmonic Orchestra de Irving, o Julio Saldaña, violinista creador del programa de Orquestas Esperanza Azteca.

Para Briseño, su paso por la OSINPI fue una historia de tres años, de 1975 a 1978; al fundarse la OFCM se incorporó a sus filas.

Lamenta aquella desaparición, pero queda una memoria que ahora se proponen recuperar. “En este país no tenemos memoria histórica y en el terreno musical es peor”, dice.

Se proponen crear un sitio en internet para publicar los documentos históricos.

“Aún podemos hacer mucho”.

‘NO HA HABIDO ALGO IGUAL’
De los jóvenes integrantes de la Orquesta Sinfónica del Instituto Nacional de Protección a la Infancia (OSINPI), no solamente eran cubiertas su alimentación y estancia.

Recibían además una beca de 2 mil 500 a 3 mil pesos, suficientes para vivir entonces, y también fueron inscritos en secundarias y preparatorias y se les asignaron maestros de instrumento, en su mayoría miembros de orquestas o docentes de la Escuela Nacional de Música o el Conservatorio Nacional, con quienes hacían además trabajo de sección.

Durante los ensayos diarios, José Sandoval, fundador de la orquesta, explicaba las “particularidades estilísticas de cada periodo, de cada compositor y de cada obra”. Sesiones en que instruía sobre articulación, balance, tempos, dinámicas, entre otros aspectos.

“Ahora que lo recordamos con nuestros colegas, nos damos cuenta de que no ha habido algo parecido en este País”, rememora Julio Briseño, quien formó parte del proyecto. “El programa del OSINPI incluyó un programa educativo muy importante, si bien no era una escuela, era una orquesta con elementos escolares claros y definidos”.

Tras tomar las riendas Jesús Galarza, su último director, la orquesta, y todo el proyecto, desapareció. No pudieron concretarse las giras al extranjero que había imaginado su fundador.

LA ESTELA DE UN DIRECTOR
El fundador de la Orquesta Sinfónica del Instituto Nacional de Protección a la Infancia (OSINPI), José Sandoval, originario de Monterrey, inició sus estudios de piano y violonchelo bajo la guía de sus padres.

Después estudió piano en la Universidad de Kansas y fue becado por la prestigiosa Escuela Juilliard de Nueva York. Debutó como concertista en el Concurso Mundial de Piano Van Cliburn, en 1966, y por su actuación obtuvo, entre otros premios, una presentación como solista con el cuarteto Curtis de Filadelfia.

Realizó giras artísticas por Estados Unidos y actuó como solista de la Orquesta Sinfónica de Baltimore. Debutó en Japón en una gira con la Orquesta Sinfónica de Osaka y realizó sus primeras grabaciones.

Estudió dirección orquestal con Leon Barzin, Laszlo Halasz, fundador de la New York City Opera, y fue asistente de Arturo Toscanini, George Szell y Bruno Walter, así como con Defossez y John Nelson.

En México, además de fundar la OSINPI, creó la orquesta del Consejo Nacional de Recursos para la Atención de la Juventud.