Por Raúl Vera
Primera parte
El centro de Huixtla ha sido testigo de ir y venir, de pasos, prisas, y destinos de todos lados del mundo, lo mismo hay chinos, que alemanes, tehuanos, chiapanecos del centro del estado, los más viejos llegaron en tren. Su vieja estación construida en la década de los 20, tiene un estilo ecléctico, luce sucia y abandonada, pero con el encanto propio de las ruinas con pasado glorioso. Por acá inició su militancia sindical el líder comunista Demetrio Vallejo, justo en la década que era inaugurada esta vieja estación.
De paredes con ladrillo machimbrado y crudo, almohadillado simétrico que enmarca puertas y balcones, con arcos de medio punto y con una clave en el estrado del arco. La pequeña cornisa dentada, rodea el perímetro de la segunda planta del minúsculo torreón. Una sala alterna, con una almojaya al frente, cubierta con lámina sobre el corredor era donde se esperaba al tren. Todo sigue ahí, como testigo mudo que sigue dando cobijo a quien lo necesite. Desde este edificio construido en 1926, se registró la modernidad que se instaló en el Soconusco; desde y durante el Porfiriato y entrada la época revolucionaria.
Hoy, esa estación que recibió por décadas al “centroamericano” y al “mexicano”, sirve de entrada al mercado municipal, donde las bayunquearas que hacían el regateo entre los que llegaban y se iban de viaje, se fueron estableciendo y cuando el tren dejó de pasar por el centro de la ciudad, ellas se quedaron vendiendo. En ese mercado tiene su puesto Dagoberto Lara Vázquez, hijo de querencia del maestro Emigdio de Aquino.
En medio de un laberinto de puestos en el mercado, preguntó por don Dago, me indican que él ya no vende, pero está su hija; ella me señala donde se ubica su casa. Don Dago, me muestra confianza al decirle que soy amigo de su hermano menor, Luis; aunque conocidos por las referencias, la plática da inicio con nombres en común y una vieja conocida: la marimba; pues Don Dago no solo fue testigo de las glorias de su padre, el maestro Emigdio, creador de la histórica marimba “Alma de Huixtla” sino que presenció el fin de una de nuestras glorias musicales: Corazón Borraz, creador de la marimba de doble tecladura o cuachi.
Me platica;
“Desde mi niñez tuve la oportunidad de tener contacto con don Corazón de Jesús Borraz Moreno, que fue el constructor de la marimba del segundo teclado, él vino a radicar a Huixtla, en el año de 1935 o 1940, se vinieron junto con su esposa, doña Carmita, se instalaron a vivir acá, porque aquí vivían 5 o 6 de sus hijos, tenía su taller para construir marimbas, tan es así que una de las marimbas que el trajo, dos marimbas ya hechas, una se la vendió a don Patrocinio Ortiz, y la otra al maestro Edmigdio de Aquino Vázquez, que fue mi padre de querencia.”
Don Dago es hijo de crianza del maestro Emigdio de Aquino, marimbista que transitó de la marimba de un solo teclado a la cuachi o de doble tecladura, pasó por el cuarteto, fundó la marimba orquesta, desde su natal Tonalá hasta la zona del soconusco, él pertenece a una gran zaga de marimbistas tonaltecos, entre los que se cuentan Felipe Peña, Carlos Tejada, los hermanos Marín, entre otros.
Laco Zepeda, nuestro extraordinario cuenta cuentos, nos contó a todos los chiapanecos que don Corazón vivió en sus últimos días en la calurosa Huixtla, pero se desconocía si continuó con la fabricación de marimbas. Don Dago da detalles:
“Él vivió en la calle Allende oriente, numero 8, parece, ahí construyó él su última marimba, en la cual yo le ayudé, que me decía: –mueve la cola porque vamos a pegar los cajones–, porque antes no existía el Resistol, eran una cosita, así como melcocha; se les ponía agua, se les movía, con eso pegaba los cajones y otras cosas que llevan las marimbas. Esa marimba lleva su sello, su hijo don Santiago Borraz Ocampo, la vendió a una persona que se fue a vivir a Veracruz, que le decían de apodo «Flor de caña»”
Laco Zepeda contó también que al maestro Corazón lo mató “El destino”, nombre del carretón que lo atropelló, pero se desconocían los detalles de tan penoso suceso el que don Dago recrea desde su memoria de adolescente. El último día del viejo Corazón Borraz, quien falleció a los 85 años de edad.
“Pero en sí, el fallecimiento de don Corazón de Jesús Borraz Moreno, fue cuando iba cruzando la calle, en la avenida central y la calle Zaragoza, el 5 de marzo de 1960, ese accidente fue cuando el “centroamericano” entró a la ciudad, a las doce del día, entonces habían carretones de carga, jalados por caballos, al momento en que silbó la máquina Diesel su entrada al pueblo, el caballo se asustó, se encarreró, don Corazón de Jesús Borraz Moreno iba cruzando la calle y ahí fue que lo atropelló, pero no murió al momento, murió como a las dos horas, después de que levantaron el cuerpo, lo trajeron a su casa, donde vivía su hijo, Santiago Borraz, así fue como el falleció un cinco de marzo de 1960, estaba como de 85 años, sus restos reposan en el panteón municipal de Huixtla.”
Don Dago recrea, en su plática, la muerte de nuestro más célebre laudero, y me señala la casa en donde falleció “se mira abriendo el postigo del portón” señalando rumbo a la calle. Pero su memoria musical no queda solo en ese suceso, él escribió una biografía de su padre, el maestro Emigdio de Aquino, me la muestra y va dando detalles de la generación musical de su padre, una generación que marcó el inicio del sonido policromático al rústico instrumento africano. El sonido prístino de los primeros hormiguillos hechos música recorre la formación del maestro Emigdio, que nació el 5 de agosto de 1887, Tonalá, Chiapas. Es hijo de mariano de Aquino Mendoza y Andrea Avelina Vázquez.