Columna Vertebral
RAÚL VERA
La frontera sur se ha convertido en el espacio vital para entrar o salir del inframundo, un espacio en que para salir hay que sumergirse, navegar en esta franja de tierra resulta arduo, un espacio en que la palabra de un pastor evangelista, armado de cinco bafles de sonido hace llegar su palabra de ribera a ribera, una palabra machacadora sobre los pecados carnales y la redención, una palabra a gritos que todos tienen que escuchar a fuerza por la potencia del sonido que emite su teclado, con bocinas hace que no necesitan documentos para cruzar la frontera de país a país, lo mismo a los que huyen que a los balseros, carontes del siglo XXI, que a un puñado de migrantes que se bañan en el Suchiate. Río que cada día luce más contaminado y en donde los envases de plástico navegan como barcos a la deriva.A unas cuadras, sentados en la estrecha acera frente al albergue, media docena de migrantes que lograron escapar de la represión que el ejército guatemalteco propinó a la caravana migrante de este enero de 2021 en Vado Hondo, descansan; los hombres y mujeres, jóvenes madres, todos lucen cansados, agotados, pero con la esperanza de poder continuar su viaje, aunque saben que no será fácil. La casa del migrante, que atiende la parroquia de Las tres caídas, en Tecún Uman, está rodeada por miembros de la Policía Nacional Civil de Guatemala, la cual ha desplegado a este departamento, a miembros de la PNC de Huehuetenango, Sololá y Quetzaltenango; toda esta fuerza forma parte de operativo de 20 retenes a lo largo de la carretera que cruza de la zona Nororiental al pacífico en donde se ubica Tecún Uman.Los migrantes que no han ingresado al albergue bañan a sus hijos con botellas de agua y esperan recibir refugio para comer y hacer sus necesidades. El día martes 19, desde este albergue, fueron trasladados a su país de origen a 39 migrantes por parte de las autoridades migratorias guatemaltecas. Ellos habían rodeado la zona de conflicto de Vado Hondo en Chiquimula y fueron detenidos en Vado Ancho, Pajapita, San Marcos.Llegar al albergue ya no significa continuar el viaje, sino lo contrario, algunos migrantes han denunciado y acusado de colaborar con las autoridades migratorias de Guatemala y hacer entrega de los que alcancen a llegar a esta frontera con México.Según cálculos de varios medios de comunicación y de autoridades guatemaltecas la actual caravana que fue detenida en Vado Hondo, Chiquimula a unos kilómetros de la frontera de Agua Caliente, Honduras, era más numerosa que la primera caravana de octubre del 2018. Se llegó a calcular que la componían diez mil personas. Oficialmente repatriaron a tres mil personas, se desconoce el paradero de los otros siete mil, pero sin lugar a dudas está masa anónima intentara cruzar en alguno de los 54 puntos ciegos que tiene la línea fronteriza que divide a México y Guatemala, que bien puede ser por el estado de Chiapas o por Tabasco.Por lo pronto afuera del albergue una mujer come fritangas para mitigar el hambre, carga a su niño en brazos, con los pies llenos de arena del rio, Henry Joel, migrante hondureño platica con nosotros sobre sus sueños de llegar al norte para poder hacerse de una casa ya que la que rentaba la arrasó en huracán Eta y se quedó sin nada. Se desplaza solo, con la ilusión de poder cruzar México y llegar a los estados Unidos y encontrar un trabajo digno…